sábado, 9 de julio de 2011

Tokyo (or closer)

Como si te mirara y mirara otra cosa. Es como si nos hubiésemos perdido en la gran ciudad otra vez. ¿Sabes una cosa? Te dejo esta carta en señal que todo alguna vez existió sin que supiéramos. Nunca supimos nuestros nombres, pero conocimos nuestros cuerpos como nadie. Nuestros gestos como nadie nunca lo hará. Nos amamos como sabemos que no nos volveremos amar. Así que déjame dejarte esta carta como una flor abierta, como pájaros volando sobre tu hombro la tarde del 3 de Abril a las 17.59 p.m., cuando te tome esta foto.

Yo prometo que no moriremos nunca. Que tú nunca saldrás de mis ojos, ni de memoria, ni de mis dedos, ni de los besos. Ni de las cosquillas en la boca, en el vientre, en las manos, en los corazones, en los pies, en la punta de tus dedos y tú pelo de caramelo.

¿Prometes que esta será la más eterna de las noches nunca ningún fantasma vendrá por y recordándonos a nosotros?

Es como si nunca fueses a contestar tu teléfono, es como si jamás respondienses. Porque la promesa queda ahí, es una espera en un insomnio, en una ventana; en, justamente, una promesa. Es como en la foto que nunca das vueltas la cara.


* Parte de esto debe tener algunos años. Habrá sido como el 2006. Pero eso no importa.



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